domingo, 22 de julio de 2012
CARNE ARGENTINA
lunes, 25 de junio de 2012
DANKE Zine de poesía
martes, 27 de marzo de 2012
domingo, 25 de marzo de 2012
jueves, 22 de marzo de 2012
EL CLEMENTE
El abuelo me dejó colgar en la carnicería, al lado de las ristras de ajo, un Clemente de cartulina amarilla que me había llevado una tarde entera hacer. Tenía las patas a rayas y el pico en relieve. Yo los hacía para venderlos, pero al abuelo se lo regalé.
El Clemente no tenía brazos. Yo tenía miedo de que un día el abuelo cayera encima de la sierra y se quedara sin brazos.
Un día se resbaló y se cortó la mano hasta el hueso, lo cosieron, lo enyesaron y siguió teniendo la mano. Cuando se jubiló, y vendió la sierra, junto con las demás herramientas y heladeras, el médico quiso cortarle una pierna, por la diabetes.
domingo, 19 de febrero de 2012
I. condensación
Saco mi lengua bífida fría anfibia
Contra el viento
Que se vuelve gotas
Se condensa
Cae a chorros por mi boca abierta
Y no es baba
La humedad viene de la laguna
Escupo agua de la laguna
Agua con gusto a sábalo
A barro fondo mugre
Escupo casi todo
Y trago un poco
viernes, 17 de febrero de 2012
CORDEROS
Si nos portábamos bien nos dejaba darle la leche a los corderos guachos. La mamadera era una botella de vino 3/4 con un pico hecho de cuero. El abuelo criaba los corderos cerca de la casa, casi en el patio. A veces vendía alguno, pero casi siempre los comíamos para algún festejo, o para Navidad. La gente venía a pedirle chivos, pero él no quería criarlos porque gritan como unos condenados cuando los carnean. Parece que van adivinando la intención de uno. Te vas acercando y ya empiezan a gritar. En cambio los corderos, no hacen problema.
La primera vez que un novio fue a casa, el abuelo asó un cordero en el horno de barro. A mí me dió un poco de vergüenza, como si festejara que alguien me hubiese dado bola. Igual, cuando yo le había contado que tenía novio, se rió y me dijo:
-No sabés limpiarte el culo y querés tener novio...
Como a m{i me gustaba ir a la ciudad a dar vueltas, él me decía que perdía el tiempo si esperaba encontrar novio por ahí, porque me iba a terminar casando con un gringo que me iba a llevar a vivir a un tambo.
Necesito
Atenta a esta necesidad
(urgente,
intrínseca,
sofocante)
De tenerte cerca
(de apoyar mis dedos sobre los tuyos cuando tecleás)
Quiero analizar los por qué
De estas consecuencias
Y me pierdo en el desvarío
De recordar: cada una de tus uñas y de tus dientes
El olor a guardado de tu campera
Y la combinación de mate y sexo en tu aliento
Olvido tus pies,
Para que ese recuerdo no avasalle a los anteriores,
Los que fui recolectando durante estos meses.
Mi necesidad de tenerte cerca no tiene techo
Dos kilos
El precio por dos kilos es baratísimo
Los comprás
Subís con la bolsa al auto y sentís:
Que compraste bien
Que podés decidir algo
(aunque sea una compra)
Que te unís a una parte de la humanidad
(a la que para en la ruta a comprar frutillas)
Que podés hacerlas de diferentes maneras
(con crema, con pionono, con helado, hasta te animarías a improvisar una receta)
Llegás con la bolsa a casa.
La dejás en la mesada, porque querés bañarte y acostarte a mirar tele, ya.
Al otro día trabajás corrido
A la salida del trabajo te pasan a buscar tus amigas
Van a tomar una cerveza, comen una pizza
De vuelta, pasan a conocer el departamento nuevo de una de ellas
Tiene muchas plantas que le regaló la madre
Demasiadas
Te da una, con maceta y todo
Llegás a tu casa y dejás la maceta en la mesada
Es de interior
La vas a regar todos los días
Después de una semana
Pensás en lavar la bandeja donde escurre el agua del riego
Levantás la maceta para llevarla al patio
Atrás de la planta encontrás la bolsa
Cerrada
Con los dos kilos de frutillas
Podridas.